Soy una amante de los perfumes, y siempre que saludo a alguien me fijo en cómo huele: sino me da una buena impresión, mal vamos. Dependiendo del día me pongo una u otra fragancia, y tengo claro que para los viajes estreno una (así cuando vuelva siempre tendré los recuerdos metidos en el frasco de cristal). Pero, ¿os imagináis tener una fragancia poco común y no muy comercial? Dependiendo de tus gustos, tu estilo de vida y del momento en que te encuentras, oler de una determinada forma a sabiendas que nadie más lo va hacer.
Bah, debe ser carísimo. Eso es lo que dije la primera vez que oí hablar de Labperfum, un lugar en Barcelona tan molón que elegir una sola esencia se vuelve casi imposible. Tienen tantas esencias que seguro que al final acabas encontrando aquella que te identifica y te inspira para el día a día.
Hay tantos frascos que cuando encuentras el que es tuyo, mejor conserves su número (para cuando tengas que volver). Como no podía ser de otro modo, es entrar allí y enamorarte por completo de su diseño: estanterías repletas de grandes botellas de cristal con dispensadores como si de una antigua botica se tratara.
Si eres de los que quiere ser diferente y oler bien a la vez, este lugar te está llamando a gritos.
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