Me encanta visitar Milán, es una ciudad que cada vez que voy me engancha más y más. Y mira que la primera vez que la visité la terminé detestando, pero con los años he ido apreciando cosas que antes no lo hacía como el salir por allí, ir a cenar con amigas y perderme por las callejuelas. Y la ciudad italiana lo tiene todo. Tanto es así que cada vez que voy descubro un nuevo lugar para calmar mi apetito. Y entre los últimos lugares a los que fui conocí Bianco Latte, el lugar perfecto para un brunch a media mañana.
Se encuentra cerca del duomo (a tan solo dos paradas en metro), una de las más concurridas, así que los puntos positivos van aumentando.
Entrar en este lugar es reconfortante: con una decoración nórdica a base de madera natural y colores blancos, una se siente en su salsa. Allí uno puede tomar un postre (helados caseros), una merendola (pasteles de lo más ricos) y si lo preferimos sentarnos a la mesa con cubiertos y pedir un buen plato de pasta (¡qué más quieres! ¡Es Italia!).
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