Costillas a la miel hay de dos tipos: las normales, a las que se les unta un poco de miel durante el horneado, y las costillas caramelizadas a la miel, recubiertas de un glaseado de miel que hará que te estés chupando los dedos hasta llegar al hueso. Ni que decir tiene que mis favoritas son las de este tipo, aunque cuesten un poco más de preparar.
Ingredientes para 2 personas
- Para las costillas: Un costillar de cerdo, 3 cucharadas de azúcar moreno, 1 cucharada de sal, 1/2 cucharada de ajo en polvo, 1 cucharadita de pimienta y otra de canela
- Para la salsa: 6 cucharadas de miel, 4 cucharadas de soja
Elaboración
Preparar costillas caramelizadas a la miel es muy muy fácil, solo hay que respetar bien los tiempos y ser paciente y constante con el proceso de glaseado.
Empezamos separando las costillas del costillar. Entre hueso y hueso hay mucha carne, así que no tiene misterio. Luego colocamos las costillas en una bandeja para horno --lo mejor es que quepan justitas, para que luego se bañen en la salsa-- y les espolvoreamos la mezcla de azúcar moreno, sal, ajo en polvo, pimienta y canela, asegurándonos de que se impregnen bien. Tapamos con papel de aluminio y metemos 30 minutos en el horno precalentado a 180ºC.
Transcurrida esa primera media hora, pintamos abundantemente las costillas con la salsa, que habremos obtenido mezclando la miel con la salsa de soja. Destapamos y horneamos durante otros 30 minutos. Luego subimos la temperatura a 225ºC y la bandeja a la parte superior del horno y horneamos durante 20 minutos, pero preocupándonos de voltear y repintar las costillas cada 5 minutos.
Transcurrido ese tiempo la salsa se habrá ido espesando, pero el toque final es apagar el horno y, sin sacar la bandeja, dejar que la salsa acabe de espesar durante al menos 10 minutos, lo que formará el característico y delicioso glaseado sobre las costillas.
Tiempo de elaboración | 2 horas Dificultad | Fácil
Degustación
Aunque esta receta de costillas caramelizadas a la miel lleva su tiempo os aseguro que merece cada minuto que le hemos dedicado. La carne esta jugosa y sabrosa y el glaseado está para chuparse los dedos, literalmente. Podemos servirlas en un vaso con un poco de arroz basmati, que con la salsa que sueltan las costillas está buenísimo.
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